jueves, 10 de junio de 2010

Mientras las paredes escuchan

El artículo relata la experiencia de una estudiante de enfermería que estaba sola en un turno nocturno, pues su unidad no tenia pacientes; hacia la madrugada ingresó un paciente inconsciente como consecuencia de un accidente de transito; su única respuesta era ante el dolor profundo; en busca de compañía, ella too al paciente como su interlocutor. Le dio la bienvenida, le explico lo que había pasado y le comunico no solo ese día si no los siguientes, todo lo que haría para lograr su bienestar. Con frases como “es posible que usted no pueda ayudarme...”, siempre lo tenia en cuenta en la planeación y ejecución de su cuidado.
Una noche, su asistente iba a ayudarle en el cambio de posición. Ella, que siempre lo llamaba por su nombre, dijo: “Mark, lo vamos a voltear sobre su lado derecho, lo siento, mis manos están muy frías”. El asistente miró curioso: “¿a quién le está hablando usted?, ¿a las paredes?”. Ella respondió que quizás así era. Luego de múltiples complicaciones en su estado clínico y de varios meses de hospitalización, el paciente se recupero y regreso a su casa.
Cuando la estudiante se graduó, fue a visitar a sus amigos del hospital y estando en el puesto de enfermería, llegó un hombre en silla de ruedas saludando muy amistosamente a todo el personal. Una de sus amigas lo presento diciendo: “el es Mark, uno de nuestros milagros”. Ella se le presento diciendo que le había tocado su ingreso el día del accidente pero que quizás el no la recordaba; sin embargo el le respondió: “si, Dios, recuerdo su voz. Fue la única manera de saber que estaba vivo y no muerto. Usted fue la primera que me hablo sobre el infierno que estaba viviendo. Tenia susto de morir, pero entonces escuche su voz y supe que podría estar bien”

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